viernes, 18 de junio de 2010

Adiós vecino


Hace dos semanas viajé a Portugal, a la zona de Lisboa, cerca del pueblo donde nació el ilustre personaje que hoy nos ha dejado, José Saramago. Viajaba al país vecino justo después de haber terminado su última novela, Caín. Una obra que llama la atención por su narrativa, un estilo diferente, novedoso, del que sólo Saramago podía salir triunfante. Unas formas fueras de las reglas, con una puntuación a la que no estamos acostumbrados, sin mayúsculas en los nombres propios y sí cuando habla algunos de sus protagonistas. Una novela en la que Saramago hacía una reflexión y a la vez crítica a la biblia y que se presentaba con la frase “Qué diablo de Dios es éste que, para enaltecer a Abel, desprecia a Caín”. Un relato que tiene como protagonista a Caín y que nos lleva a través de la historia del hombre, desde su creación en el paraíso hasta el día del diluvio universal, pasando por Sodoma y Gomorra, compartiendo experiencias con Moisés e incluso hablando en primera persona con el creador, Dios.
Una obra para ateos, creyentes o agnósticos, pero más allá de ideologías con una literatura como sólo sabe hacer un premio Nobel de literatura: impecable.
En mi viaje a Portugal tuve la oportunidad de hojear este libro y todas sus demás obras en versión original, en su portugués natal. Había mucho de ese lenguaje que se me escapaba, pero al conocer la obra me sentía igualmente inmerso; me resultaba especial, porque leía las palabras tal y como él las había escrito, sin segundos intérpretes (aunque fuese su propia esposa), sin modificaciones…en su esencia.
Hoy hemos almorzado con la triste noticia de que tras una larga enfermedad nos ha dejado. Se ha ido en nuestro país, más concretamente en Lanzarote, donde residía con su esposa. La sensación de tristeza es irremediable y las ganas de abrazar ahora más que nunca sus obras, inevitable. Se ha ido el único premio Nobel de Literatura portugués, nos deja un ejemplo de evolución, una muestra de que la genialidad puede nacer en el lugar más lujoso o en le lecho más humilde, como fue el caso de Saramago.
Termina la producción de un mayúsculo escritor, pero debemos estar contentos de que deja una buena herencia de obras que disfrutar y con las que aprender a mimar esas letras que como él ha hecho en su vida, tanto amamos.

Con una de sus frases celebres le me despido de él: "La importancia que puede tener usar una palabra en vez de otra, aquí, más allá, un verbo más certero, un adjetivo menos visible, parece nada y finalmente lo es todo"

Hasta siempre maestro

A.J.M.H.